Cada vez te haces rastro luminioso
que deja un sol que muere
Destello que enceguece aún tenue
desde que tus ojos no han engrandecido
frente a mi amor insistente
Encauso tus pasiones, tus dolores, tus miedos, tu vida
en una serpenteada línea
que se alberga entre tu pecho y el mío.
Te cierro los ojos y vas abriendo camino,
vas arrastrando semilla,
vas hidratando mi alma.
Suave brisa acelera tu marcha
tan sutil como el sonodo de tu respiración, de tu corazón.
Sobre mi frente te haz vuelto
cascada que quiere envejecer junto a mi voz,
garganta que se destina a ser menos nebulosa y más melodiosa en tus oídos.
Soy ahora tierra que se humedece al absorber de la lluvia
el color que tiene el sauce en una orilla deseada.
Quiero retratarte un instante así a contraluz, transparente, refrescante
quieto a la felicidad, deslizándote por la ventana
en la madrugada,
en el rocío,
en mis sueños,
en mis labios,
siendo agua sobre mi paisaje agrietado
de desierto indolente y sacudido sin flor.
De barro escudé mi alma,
pero sólo tu lograste besarla
y a
d
o
r
m
e
c
e
r
t
e sobre ella.
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