Hay una canción de Pimpinela que dice...-"Quiero brindar por mi gente sencilla por el amor brindo por mi familia..." y es lo que a continuación empiezo a escribir pero sin melodía solo con el recuerdo de los divertidos y gratos momentos compartidos al calor de un bracero o del horno de barro de mi tía Quela.
La familia de mi abuela es de enredos, segundas nupcias como diría ella, amores y desamores, pero lo que si me queda claro y a raíz de un arduo estudio, es que pese a que los sobrinos de mi tata son primos de mi abuela entre ellos no hubo parentezco alguno o sea no fué incesto, prueba de ello es que de esa unión no nació nadie con cola de porcino para tranquilidad de todos, no como la desafortunada hija de Amaranta en "Cien años de soledad". Segura de haber narrado en mi columna anterior que en Pichidegua el que no es pariente es afuerino que se hace pariente, no entraré en detalles porque terminaré más confundida que ahora, lo cierto es que ya han de entender que incesto no hubo.
La familia de mi abuela es de enredos, segundas nupcias como diría ella, amores y desamores, pero lo que si me queda claro y a raíz de un arduo estudio, es que pese a que los sobrinos de mi tata son primos de mi abuela entre ellos no hubo parentezco alguno o sea no fué incesto, prueba de ello es que de esa unión no nació nadie con cola de porcino para tranquilidad de todos, no como la desafortunada hija de Amaranta en "Cien años de soledad". Segura de haber narrado en mi columna anterior que en Pichidegua el que no es pariente es afuerino que se hace pariente, no entraré en detalles porque terminaré más confundida que ahora, lo cierto es que ya han de entender que incesto no hubo.
Los hermanos de mi abuela Griselda son 11; Lucila, María, Víctor, Miguel, Olga, Julia, Manuel, José Santos (fallecido a los pocos años de vida), Raquel, Alfonso y Cecilia, y con ellos tengo una interminable lista de nombres que corresponden a sus hijos y los hijos de sus hijos, más los hijos de los hijos de los hijos, que en ambos géneros son más de 300 personajes variados en historias , vicios, leyendas, ocupación laboral y/o tendencia política. Con varios de ellos tengo una relación cercana pero hay otros parientes que para ser sincera, no los he visto "ni en pelea de perros", dirán que una es empingoratada cuando no saluda pero es que sólo me los presentan en funerales, porque en fiestas de matrimonio y bautizos ni invitan, y es que ese es uno de los costos de formar un contingente tan dotado.
Como ustedes comprenderan con esa cantidad de gente uno se puede esperar cualquier cosa de la parentela, los juntados , los separados, las solteras con poto de señora, las de última moda y las que traen zapatos puntudos y glamourosos pero sin tapilla porque el presupuesto no alcanza, los buenos para el copete...(aquí son casi todos), los para'os en la hilacha y los sumisos, los deportistas esbeltos y los que crían ponchera, los candidatos a consejal (que no resultó electo ni con esa cantidad de familiares), el que le ha ido muy bien, la que le ha ido como las pelotas, las que no quieren contraer matrimonio (Poli), y las que andan con el vestido de novia en la cartera, los ultra sensibles que se enojan si no los visitas y los apretados que no les gusta recibir visitas... "¡Ay niña, de todo hay en la viña del Señor...!" dirían esas matriarcas que dieron a luz sobre sábanas hervidas y tiestos viejos, las que de niñas supieron sólo leer, escribir, sumar y restar porque lo demás lo aprendieron con sus hermanos menores y con los porrazos de la vida, sin mayor escolaridad que los conocimientos entregados en casa por una "intitutriz", esas que en cada huella digital está marcado el esfuerzo y la perseverancia, esas que en cada arruga se delata una biografía de mujeres valientes que sin pretenciones de grandeza de mandos superiores de presidencia llegaron a ser emperatrices de sus respectivos imperios.
Las reuniones familiares que posteriormente fueron denominadas como "CESPETÓN", cuya organización incluía extensos llamados por teléfono, adquisición de buenas carnes y por supuesto alcohol, recolección de dineros, selección de música y confección de distintivos por familia, muchas veces quedó limitada a ser considerada sólo como una buena idea, ya que acostumbrados a "echar el poto para las moras" casi siempre, las ganas duraban menos "de lo que dura un peo dentro de un canasto", pero hoy por hoy éste mega -evento familiar va adquriendo más adeptos y por ende más posbilidades de éxito. Aunque las ganas de reunirse para compartir un vasito de chicha o de vino han existido siempre, desde los tiempos del papá Lizardo y la mamita Mercedes, donde el brebaje corría por cuenta de la casa ya que el hombre era dueño de un depósito de alcoholes, razón por la cual justificamos nuestra inclinación por la Sangre de Cristo, el aguardiente, la chicha, la mistela entre otros, y razón por la cual es sabido que la tía Quela se tomaba un "mejoral" con "chuflai", dícese del trago típico de "Los Romos" que incluye Bilz con aguardiente, y que le hacían regio para sus dolencias, las nuevas generaciones seguramente ya no preparan el "chuflai" pero han de elevar el codo como los curaguillas de antaño. Las extensas charlas incluyen un variado temario que no discrimina a nadie si de comentar su vida se trata (sin excluir a nadie, ni la propia familia se salva del minucioso análisis de sus actos), frases como - "no sabiai que...." y "cuenten pa' to'os poh!..." encendian la pelambrera de cada reunión. Pero la parte que a mi más me entretiene es la instancia de confesiones y declaraciones de amor fraterno que se manifiestan entre todos luego de un par de copas... una vez me impacté cuando un primo confesó que de niño se avergonzaba por el nombre de su hermana y no la nombraba por temor a las burlas, totalmente de acuerdo si se tratara de Petronila del Transito (con mucho respeto para quienes llevan esa cruz ah...) o de Desideraria de la Divina Concepción, pero "Matilde" no es un nombre feo un tanto añejo la verdad, pero que otorga status como lo leyera Mauricio en un reportaje acerca de su segundo nombre y que ahora orgulloso díce llamarse Abdón... ¡brindo por mi familia!, en otra oportunidad recuerdo haber divisado a la morena de cuatro décadas (quien no le gusta llamarse María y ocupa su segundo nombre...) abrazada a un excusado y reclamando por lo injusto que era el amor para ella en esos días, como olvidar a mi tío Poncho, notable ciclista crack, bailando rancheras y cayandose a un bracero con bailarina y todo, y que como es costumbre se le escucha decir "callaíto los sapitos decía mi taitita" con cara de pícaro y apelando a la discreción de los asistentes, nunca voy a olvidar a mi abuela preocupada (quien nunca me permitió decirle así y debí llamarla "Chelita") de "aguaitar" a su hermano Ponchito que luego de pasar a tomar una "Cristal" a su cervecería se desviaba de su camino para visitar a su otra hermana, a la tía Olga y se tomaba otra cosita... la verdad es que con tanta hermana que visitaba llegaba, y si es que llegaba a su casa, lo hacía dándose uno que otro tropiezo, como no recordar aquella vez en que todos consternados aún en su lecho de muerte no aguantamos la risa al escuchar las últimas palabras de la maravillosa tía María -"mosca culi'á" cuando ni siquiera podía reconocernos por su agonía... (que de chica también tenía problemas con su nombre y en lugar de decir que se llamaba María Amelia, decía María Mierda...)... vuelvo a escuchar... "Ay niña... de todo hay en la viña del Señor..." pero ya entre risas. Estos Céspedes son muy especiales, y duros como callo de mapuche para cuidarse del colesterol, la diabetes o del hígado, a más de alguno San Pedro hizo vista gorda cuando le golpeaba las puertas del cielo porque fueron deportados inmediatamente al "más acá", el tío Miguel ha pasado los últimos quince años de su vida quejandose de un molesto dolor en sus rodillas pero, parece pirinola cuando baila "twist", la verdad es que hemos sido bendecidos con esta familia... con esta gente sencilla, no se pasan penas porque aún en los momentos más dolorosos hay de qué reirse.
La primera generación ha traspasado sin duda alguna, una gran variedad de costumbres tipicamente criollas a las siguientes generaciones, que van desde hacer rico pan, pasando por recetas de cocina con berenjenas y res, hasta el budín de pan de la tía Ceci, y las historias de inciertos finales del tío Poncho, los secretos para las verrugas o el que me enseñara la Chelita para espantar los clientes borrachos de la cervecería, hacer queso, hacer chicha, ser esposa abnegada y esposo "casi" perfecto (si no fuera por los estados etílicos ya mencionados)...la segunda generación ya más liberal, nacieron en la década de la píldora, los hippies y el hombre en la luna, han de traspasar a la tercera generación entre otras cosas, la convicción certera de que no importa no tener marido y por otra parte evitar el miedo al que dirán, los deseos de ser madres y profesionales al mismo tiempo y cumplir al pié de la letra los tratados de la generación primera, como ser diva y no morir en el intento con cátedras de Macarena fiel reflejo de una producida tía Chela,y quien facilita una impresionante cantidad de atuendos fashion para la población más bajo perfil del clan, como optar definitivamente por el divorcio y seguir siendo invitada a almorzar con tus padres el día domingo y sin reparos ni sermones, como pagar la universidad de tus hijos... porque eso no lo vivieron tus padres, como no hacerle un cucurucho a tu hijo aún cuando no lo recomienda el pediatra y tu madre dice que es lo mejor para el dolor de oidos... dificil tarea para nosotros los de ésta generación, la de recoger los mejores momentos, superar los errores, suplir las carencias y seguir al pié de la letra con cada consejo de vida otorgado por un o una Céspedes... -"Ahorra para la casa propia niña...", - "tiene que casarse poh! Janito"... Dios permita buena ventura para todos, que nos mantengamos unidos siempre aún cuando sea para celebrar con agua, aunque eso provoque más de algún rostro de desconsuelo. ¡SALUD!
Como ustedes comprenderan con esa cantidad de gente uno se puede esperar cualquier cosa de la parentela, los juntados , los separados, las solteras con poto de señora, las de última moda y las que traen zapatos puntudos y glamourosos pero sin tapilla porque el presupuesto no alcanza, los buenos para el copete...(aquí son casi todos), los para'os en la hilacha y los sumisos, los deportistas esbeltos y los que crían ponchera, los candidatos a consejal (que no resultó electo ni con esa cantidad de familiares), el que le ha ido muy bien, la que le ha ido como las pelotas, las que no quieren contraer matrimonio (Poli), y las que andan con el vestido de novia en la cartera, los ultra sensibles que se enojan si no los visitas y los apretados que no les gusta recibir visitas... "¡Ay niña, de todo hay en la viña del Señor...!" dirían esas matriarcas que dieron a luz sobre sábanas hervidas y tiestos viejos, las que de niñas supieron sólo leer, escribir, sumar y restar porque lo demás lo aprendieron con sus hermanos menores y con los porrazos de la vida, sin mayor escolaridad que los conocimientos entregados en casa por una "intitutriz", esas que en cada huella digital está marcado el esfuerzo y la perseverancia, esas que en cada arruga se delata una biografía de mujeres valientes que sin pretenciones de grandeza de mandos superiores de presidencia llegaron a ser emperatrices de sus respectivos imperios.
Las reuniones familiares que posteriormente fueron denominadas como "CESPETÓN", cuya organización incluía extensos llamados por teléfono, adquisición de buenas carnes y por supuesto alcohol, recolección de dineros, selección de música y confección de distintivos por familia, muchas veces quedó limitada a ser considerada sólo como una buena idea, ya que acostumbrados a "echar el poto para las moras" casi siempre, las ganas duraban menos "de lo que dura un peo dentro de un canasto", pero hoy por hoy éste mega -evento familiar va adquriendo más adeptos y por ende más posbilidades de éxito. Aunque las ganas de reunirse para compartir un vasito de chicha o de vino han existido siempre, desde los tiempos del papá Lizardo y la mamita Mercedes, donde el brebaje corría por cuenta de la casa ya que el hombre era dueño de un depósito de alcoholes, razón por la cual justificamos nuestra inclinación por la Sangre de Cristo, el aguardiente, la chicha, la mistela entre otros, y razón por la cual es sabido que la tía Quela se tomaba un "mejoral" con "chuflai", dícese del trago típico de "Los Romos" que incluye Bilz con aguardiente, y que le hacían regio para sus dolencias, las nuevas generaciones seguramente ya no preparan el "chuflai" pero han de elevar el codo como los curaguillas de antaño. Las extensas charlas incluyen un variado temario que no discrimina a nadie si de comentar su vida se trata (sin excluir a nadie, ni la propia familia se salva del minucioso análisis de sus actos), frases como - "no sabiai que...." y "cuenten pa' to'os poh!..." encendian la pelambrera de cada reunión. Pero la parte que a mi más me entretiene es la instancia de confesiones y declaraciones de amor fraterno que se manifiestan entre todos luego de un par de copas... una vez me impacté cuando un primo confesó que de niño se avergonzaba por el nombre de su hermana y no la nombraba por temor a las burlas, totalmente de acuerdo si se tratara de Petronila del Transito (con mucho respeto para quienes llevan esa cruz ah...) o de Desideraria de la Divina Concepción, pero "Matilde" no es un nombre feo un tanto añejo la verdad, pero que otorga status como lo leyera Mauricio en un reportaje acerca de su segundo nombre y que ahora orgulloso díce llamarse Abdón... ¡brindo por mi familia!, en otra oportunidad recuerdo haber divisado a la morena de cuatro décadas (quien no le gusta llamarse María y ocupa su segundo nombre...) abrazada a un excusado y reclamando por lo injusto que era el amor para ella en esos días, como olvidar a mi tío Poncho, notable ciclista crack, bailando rancheras y cayandose a un bracero con bailarina y todo, y que como es costumbre se le escucha decir "callaíto los sapitos decía mi taitita" con cara de pícaro y apelando a la discreción de los asistentes, nunca voy a olvidar a mi abuela preocupada (quien nunca me permitió decirle así y debí llamarla "Chelita") de "aguaitar" a su hermano Ponchito que luego de pasar a tomar una "Cristal" a su cervecería se desviaba de su camino para visitar a su otra hermana, a la tía Olga y se tomaba otra cosita... la verdad es que con tanta hermana que visitaba llegaba, y si es que llegaba a su casa, lo hacía dándose uno que otro tropiezo, como no recordar aquella vez en que todos consternados aún en su lecho de muerte no aguantamos la risa al escuchar las últimas palabras de la maravillosa tía María -"mosca culi'á" cuando ni siquiera podía reconocernos por su agonía... (que de chica también tenía problemas con su nombre y en lugar de decir que se llamaba María Amelia, decía María Mierda...)... vuelvo a escuchar... "Ay niña... de todo hay en la viña del Señor..." pero ya entre risas. Estos Céspedes son muy especiales, y duros como callo de mapuche para cuidarse del colesterol, la diabetes o del hígado, a más de alguno San Pedro hizo vista gorda cuando le golpeaba las puertas del cielo porque fueron deportados inmediatamente al "más acá", el tío Miguel ha pasado los últimos quince años de su vida quejandose de un molesto dolor en sus rodillas pero, parece pirinola cuando baila "twist", la verdad es que hemos sido bendecidos con esta familia... con esta gente sencilla, no se pasan penas porque aún en los momentos más dolorosos hay de qué reirse.
La primera generación ha traspasado sin duda alguna, una gran variedad de costumbres tipicamente criollas a las siguientes generaciones, que van desde hacer rico pan, pasando por recetas de cocina con berenjenas y res, hasta el budín de pan de la tía Ceci, y las historias de inciertos finales del tío Poncho, los secretos para las verrugas o el que me enseñara la Chelita para espantar los clientes borrachos de la cervecería, hacer queso, hacer chicha, ser esposa abnegada y esposo "casi" perfecto (si no fuera por los estados etílicos ya mencionados)...la segunda generación ya más liberal, nacieron en la década de la píldora, los hippies y el hombre en la luna, han de traspasar a la tercera generación entre otras cosas, la convicción certera de que no importa no tener marido y por otra parte evitar el miedo al que dirán, los deseos de ser madres y profesionales al mismo tiempo y cumplir al pié de la letra los tratados de la generación primera, como ser diva y no morir en el intento con cátedras de Macarena fiel reflejo de una producida tía Chela,y quien facilita una impresionante cantidad de atuendos fashion para la población más bajo perfil del clan, como optar definitivamente por el divorcio y seguir siendo invitada a almorzar con tus padres el día domingo y sin reparos ni sermones, como pagar la universidad de tus hijos... porque eso no lo vivieron tus padres, como no hacerle un cucurucho a tu hijo aún cuando no lo recomienda el pediatra y tu madre dice que es lo mejor para el dolor de oidos... dificil tarea para nosotros los de ésta generación, la de recoger los mejores momentos, superar los errores, suplir las carencias y seguir al pié de la letra con cada consejo de vida otorgado por un o una Céspedes... -"Ahorra para la casa propia niña...", - "tiene que casarse poh! Janito"... Dios permita buena ventura para todos, que nos mantengamos unidos siempre aún cuando sea para celebrar con agua, aunque eso provoque más de algún rostro de desconsuelo. ¡SALUD!